Leche materna como herramienta de salud preventiva: Microbiota y desarrollo inmunológico

septiembre 4, 2025
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La leche materna es un fluido biológico complejo que no solo aporta nutrientes esenciales, sino también elementos fundamentales para el desarrollo integral del lactante. Entre ellos destaca la microbiota, una comunidad diversa de microorganismos que favorecen la salud del bebé. Aunque su relevancia es evidente, aún quedan múltiples interrogantes sobre su composición, cómo varía a lo largo de la lactancia y qué factores influyen en ella. Investigaciones recientes también han comenzado a indagar en la relación entre la microbiota y el glutamato, un aminoácido abundante en la leche humana, que podría tener efectos significativos sobre la salud infantil.

Gran parte de la microbiota del recién nacido se transfiere desde la madre, tanto durante el parto como a través de la lactancia. Según el estudio de Baldeón y colaboradores, la microbiota de la leche humana está principalmente conformada por bacterias como Staphylococcus, Streptococcus (Firmicutes), Escherichia, Acinetobacter (Proteobacteria), Corynebacterium, Lactobacillus, Cutibacterium (Actinobacteriota), así como Chryseobacterium y Flavobacterium. Estas bacterias juegan un papel crucial en el desarrollo del sistema digestivo e inmunológico del bebé. Se ha observado, además, que la leche destinada a lactantes varones presenta mayor diversidad bacteriana que la dirigida a mujeres, lo que podría indicar una adaptación microbiológica según las necesidades del niño.

Durante el proceso de lactancia, la composición microbiana de la leche evoluciona notablemente. La carga bacteriana tiende a incrementarse desde el calostro hasta la leche madura, y esta evolución está influida por factores como la dieta materna, el entorno, la etapa de lactancia y el estado de salud de la madre.

En madres con condiciones como preeclampsia o diabetes gestacional, se han reportado alteraciones en la microbiota de la leche, lo que podría repercutir en la formación del microbioma intestinal del lactante y aumentar la predisposición a trastornos inmunológicos o digestivos.

Cuando no es posible amamantar, la transmisión de microbiota al lactante se ve interrumpida, lo que puede reducir su diversidad bacteriana. Las fórmulas infantiles, al carecer de microorganismos vivos como los presentes en la leche materna, ofrecen una colonización intestinal distinta, con posibles repercusiones en la salud del bebé. En este contexto, la lactancia materna continúa siendo esencial para garantizar un microbioma equilibrado y ajustado a las necesidades del niño.

Para fortalecer la calidad de la microbiota en la leche materna, se recomienda una alimentación rica en alimentos con prebióticos y probióticos, evitar el uso innecesario de antibióticos, y fomentar la lactancia exclusiva durante los primeros meses de vida.

Un hallazgo innovador es el papel del glutamato, un aminoácido no esencial presente en altas concentraciones en la leche humana. El glutamato participa en funciones clave del desarrollo neurológico, inmunitario, intestinal y metabólico, y su relación con una mayor diversidad bacteriana sugiere un efecto positivo sobre el equilibrio microbiano. Además, se asocia con la activación de mecanismos celulares esenciales para la salud del lactante.

En definitiva, la leche materna es una fuente vital de microbiota beneficiosa, cuya composición está determinada por múltiples factores, entre ellos el estado de salud materno, la etapa de lactancia y la presencia de glutamato. La interacción entre estos elementos abre nuevas vías de investigación con importantes implicaciones en nutrición y salud infantil. Promover la lactancia materna y, en la medida de lo posible, favorecer el parto natural, refuerza la transmisión de microorganismos benéficos y contribuye a un desarrollo infantil saludable y a la prevención de enfermedades futuras.

 

Manuel Baldeón

Docente-investigador Universidad Internacional del Ecuador