Con ingresos de apenas 189 dólares, los jóvenes ecuatorianos se vuelven freelancers

agosto 29, 2025
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La situación laboral de los jóvenes en Ecuador es crítica. Un estudio conjunto entre Children International y Empleo Joven Ecuador (2025) señala que el 80,1 % de los jóvenes encuestados están desempleados, el 51,1 % no percibe ningún tipo de ingreso y casi el 60 % depende económicamente de sus padres.

La búsqueda de empleo tampoco resulta rápida; el tiempo promedio de búsqueda alcanza los ocho meses, y el 17,7 % ha estado buscando trabajo por más de dos años. Para quienes logran empleo, el ingreso mensual promedio es de tan solo USD 189,6, muy inferior al salario básico unificado que en 2025 ronda los USD 470.

En el plano general del mercado laboral, el empleo informal escaló hasta el 58 % en diciembre de 2024, marcando el nivel más alto en 17 años. Aunque algunas fuentes mencionan que son “cinco de cada diez personas” las afectadas por informalidad (53,5 %), el consenso apunta a una informalidad extendida en el sector juvenil. En el segundo trimestre de 2024, los jóvenes de 15 a 24 años registraron una tasa de informalidad del 59,7 %.

Este panorama refleja un dilema profundo: las estructuras tradicionales del empleo formal parecen cada vez menos capaces de absorber a los nuevos profesionales que egresan cada año de las universidades. Miles de jóvenes con títulos universitarios, competencias técnicas y habilidades digitales se ven enfrentados a un mercado saturado, con pocas vacantes de calidad y condiciones contractuales que rara vez cumplen con las expectativas de estabilidad y remuneración digna.

Ante esta realidad, emerge con fuerza un fenómeno que, si bien no es nuevo, ha tomado un protagonismo inédito: el auge de los “universitarios sin jefe”. Son jóvenes que, armados con una computadora portátil, acceso a internet y creatividad, deciden abrirse camino como freelancers, ofreciendo servicios en áreas tan diversas como el diseño gráfico, la programación, la asesoría de marketing digital, el análisis de datos o la gestión de comunidades en línea. En lugar de esperar un contrato laboral que nunca llega, ellos mismos construyen su fuente de ingresos.

Para Vanessa Gallardo, catedrática de la Business School de la UIDE, el trabajo freelance juvenil no solo responde a la necesidad de subsistencia; también encarna una forma distinta de entender el mundo laboral. Mientras generaciones anteriores aspiraban a la estabilidad de una empresa sólida y a la seguridad de un contrato indefinido, las nuevas generaciones valoran la autonomía, la flexibilidad y la posibilidad de combinar proyectos con estudios, viajes o emprendimientos personales. Para muchos, la independencia profesional es vista como una ventaja más que como un sacrificio.

La digitalización ha sido clave para este giro. Plataformas como Workana, Freelancer o Upwork permiten a un estudiante en Cuenca postular a proyectos en Europa, y un joven en Guayaquil puede gestionar redes sociales de empresas en Estados Unidos sin necesidad de salir de su casa. A ello se suman los sistemas de pago internacionales como PayPal o Payoneer, que han facilitado la transacción económica con clientes globales, convirtiendo a Ecuador en un exportador silencioso de servicios digitales.

Este cambio no es exclusivo de nuestro país. Según el informe Freelancing in America de 2023, en Estados Unidos el 39 % de la fuerza laboral ya se desempeña de forma independiente en algún grado. En Europa, la Comisión Europea ha advertido que el autoempleo digital es uno de los motores del futuro económico. Lo que diferencia al Ecuador es que, para nuestros jóvenes, ser freelancer no es siempre una elección estratégica, sino muchas veces una alternativa forzada ante la falta de empleo formal.

No obstante, este modelo tiene un enorme potencial. Los llamados Servicios Basados en Conocimiento (SBC), categoría en la que se enmarca gran parte del trabajo freelance, son reconocidos internacionalmente como un motor de crecimiento económico. Países como India, Irlanda o Estonia han logrado posicionarse como exportadores de conocimiento y talento digital gracias a políticas que formalizan, apoyan y proyectan a sus freelancers al mercado global. Ecuador podría recorrer un camino similar si lograra consolidar un marco regulatorio que brinde seguridad jurídica y financiera a quienes hoy trabajan en la informalidad digital.

Pero los desafíos son evidentes. Muchos jóvenes desconocen cómo registrar su actividad económica ante el Servicio de Rentas Internas (SRI), cómo emitir facturas legales o cómo acceder a un seguro social. El vacío de información y acompañamiento hace que la mayoría opte por mantenerse en la informalidad, lo que limita su acceso a créditos, a vivienda o a la posibilidad de emprender proyectos de mayor escala. Es paradójico que jóvenes con habilidades digitales globales se vean restringidos localmente por la falta de instrumentos que legitimen y potencien su actividad.

El auge de los “universitarios sin jefe” es, en última instancia, un reflejo de la capacidad de adaptación de la juventud ecuatoriana. Frente a la precariedad, han optado por reinventarse, conectarse con el mundo y generar ingresos desde la virtualidad. Pero también es una señal de alerta: un sistema económico que no logra absorber a su talento joven está condenado a desaprovechar uno de sus principales recursos de competitividad.

Si Ecuador logra reconocer este potencial y canalizarlo mediante un ecosistema que formalice y fortalezca el trabajo independiente, los freelancers juveniles podrían convertirse en embajadores digitales del país, exportadores de creatividad e innovación, y protagonistas de un modelo económico más dinámico y global. De lo contrario, corremos el riesgo de que esta generación talentosa quede atrapada en la precariedad, perdiendo una oportunidad histórica de transformación social y productiva.

Los llamados “universitarios sin jefe” no son únicamente jóvenes que rechazan un jefe tradicional: son la vanguardia de un modelo de trabajo que ya está cambiando el mundo. Representan una generación que, en medio de la incertidumbre, se atrevió a inventar nuevas formas de empleo. Y quizá, en esa audacia, esté la clave para reinventar el futuro del trabajo en el Ecuador.

 

Por Vanessa Gallardo – Docente Business School, UIDE