Latinoamérica guarda entre sus montañas y atardeceres cientos de historias que están listas para ser desbloqueadas por los viajeros apasionados. Si estás en búsqueda de llenar tu corazón de cultura, arquitectura, gastronomía, paisajes, alegría, color, naturaleza y ciencia ancestral, este espacio del mundo es para ti. Y qué mejor manera de disfrutarlo que en Perú, uno de los países más visitados, que ofrece desde una maravilla del mundo hasta desiertos recónditos con simbología indescriptible y misteriosa. Te contaré cómo puedes aprovechar al máximo y planificar tu viaje por este maravilloso país de los Andes.
En mi planificación, en primer lugar, me contacté con varios proveedores de servicios de viaje locales para comparar costos y decidir la mejor opción. Uno de los primeros destinos que busqué fue, sin duda, Machu Picchu, sin saber que se encontraba en una ciudad antigua de los incas que contiene en cada rincón y calle una historia que contar. Existen varias opciones de tours para que conozcas Cusco y todo lo que ofrece. Luego de debatir las opciones, me decidí por la más económica y aventurera: consistía en un tour de cuatro días para conocer la ciudad de Cusco, Machu Picchu, la Montaña de Siete Colores, el centro arqueológico de Moray y el Valle Sagrado de los Incas, todos estos destinos en la primera parte del viaje.
Después de llegar a Lima en un vuelo directo desde Quito, descansé una noche y tomé nuestro siguiente vuelo desde Lima a Cusco. En el primer día en el corazón del Valle Sagrado de los Incas, una aventura fascinante te espera. Visité las Salineras de Maras, donde un paisaje de terrazas blancas resplandece bajo el sol, formando un intrincado mosaico de estanques de sal que han sido utilizados desde tiempos preincaicos. Luego, conocimos el centro arqueológico de Moray, donde te maravillarás con los gigantescos andenes circulares que parecen un colosal anfiteatro natural, utilizado por los incas como laboratorio agrícola. Finalmente, en el primer día llegué a Ollantaytambo, un encantador pueblo incaico donde sus imponentes ruinas y calles empedradas te transportarán al pasado, permitiéndote caminar por la historia mientras exploras la majestuosa fortaleza y sus vistas panorámicas del valle.
En el segundo día conocí la impresionante Machu Picchu, la joya escondida entre las montañas de Perú, que te invita a descubrir un mundo mágico lleno de historia y misterio. Al explorar sus antiguos templos, terrazas agrícolas y la icónica Huayna Picchu, una montaña que se alza majestuosa, te sentirás transportado al glorioso pasado del Imperio Inca. Allí podrás caminar por la Intihuatana, un enigmático reloj solar, y te asombrarás con la precisión arquitectónica del Templo del Sol. Además, desde la Puerta del Sol, disfrutarás de vistas espectaculares del valle que rodea esta maravilla del mundo. Cada rincón de Machu Picchu te susurra historias ancestrales y te ofrece una conexión única con la majestuosidad de la naturaleza y la ingeniería incaica.
En el tercer día visité la Montaña de Siete Colores, también conocida como Vinicunca, una experiencia espectacular a 5,200 metros sobre el nivel del mar, que requiere preparación. Te recomiendo empezar temprano, ya que la caminata hasta la cima puede durar entre 3 y 4 horas, y es mejor evitar las multitudes. Lleva ropa abrigada y en capas, ya que el clima puede cambiar rápidamente en las alturas. No olvides llevar una botella de agua, snacks energéticos (aunque venden caramelos de coca en el camino) y protector solar. Aclimatarte en Cusco por un par de días antes de la caminata es esencial para evitar el mal de altura. Y, sobre todo, ¡no olvides tu cámara! Las vistas de los vibrantes colores naturales de la montaña son simplemente inolvidables.
En el último día en Cusco, recorrí esta ciudad que fue la capital del Imperio Inca. Paseamos por la Plaza de Armas, rodeada de arquitectura colonial y la imponente Catedral de Cusco. Disfrutamos del misticismo de Qorikancha, el Templo del Sol, cuyas bases incaicas aún sostienen el Convento de Santo Domingo.
Compramos recuerdos en el colorido mercado de San Pedro, donde los sabores y aromas locales te envuelven, y no nos perdimos Sacsayhuamán, una fortaleza con impresionantes muros de piedra que ofrecen vistas panorámicas de la ciudad. Para este momento, las energías mental y física ya estaban saturadas de tanta emoción y también altura.
Regresé a Lima, donde la ciudad y el ruido de la metrópoli me devolvieron a la realidad, pues mi mente y corazón se habían quedado en las calles de piedra de los incas. Allí hice base y tuve tiempo para planificar a último momento la segunda parte del viaje: el desierto de Huacachina, Islas Paracas y las Líneas de Nazca, todo esto en otra región a 4 horas en carro de Lima.
Comencé el viaje en Paracas, donde puedes tomar un tour en lancha a las Islas Ballestas y maravillarte con la fauna marina, incluyendo lobos marinos, pingüinos de Humboldt y una gran variedad de aves. Luego, fui a la Reserva Nacional de Paracas para explorar su impresionante costa desértica y sus playas vírgenes. Después, en Huacachina, un oasis rodeado de imponentes dunas de arena, puedes disfrutar de emocionantes paseos en buggy y practicar sandboarding. Al atardecer podrás contemplar cómo el sol pinta el desierto con tonos dorados, creando una vista verdaderamente mágica. ¡Una combinación perfecta de mar y desierto!
Para culminar el viaje con broche de oro, me dispuse a terminarlo por los aires, visitando las enigmáticas Líneas de Nazca, un desierto a dos horas y media en bus desde Huacachina. Al llegar, realicé un sobrevuelo en una pequeña avioneta para apreciar desde el aire las misteriosas figuras geométricas y de animales, como el colibrí, el mono y la araña, que han intrigado a científicos y viajeros por siglos. La vista aérea es la única manera de comprender la magnitud y precisión de estas antiguas creaciones.
Sin duda alguna, Perú aprovecha cada lugar de su historia para brindarte aventuras inolvidables y memorias que llevarás siempre contigo. La gente, en especial, es muy amable y amigable, y me impactó que tienen un amor profundo por su cultura, tradiciones e historia, que han sabido vender muy bien por todo el mundo.