Por Fernanda Cevallos

En una entrevista especial, tuvimos el privilegio de conversar con María Esther Hernández, quien compartió con nosotros su extraordinaria experiencia como reina de Quito

¿Qué significó para ti ser reina de Quito y cómo impactó tu vida?

Ser reina de la ciudad fue un honor y una gran responsabilidad. El impacto comenzó antes de la coronación, en la búsqueda del sueño. Me dediqué a crecer y prepararme para el desafío.

Al ser electa, mi vida dio un giro de 180 grados. Superó mis expectativas y me hizo crecer como persona y mujer. La labor social me permitió ampliar mi perspectiva y comprender las diferentes realidades.

Aprendí que la mejor ayuda no siempre es material o económica, sino a través de la escucha, la empatía y el apoyo. Los abrazos y las palabras de aliento pueden tener un impacto significativo en las personas.

Ser reina me dejó una huella imborrable y me enseñó el valor de la compasión y la solidaridad. Es un capítulo inolvidable que me brindó la oportunidad de crecer, aprender y contribuir a la sociedad. El impacto continúa resonando en mi vida y en las personas que he conocido y ayudado.

¿Cómo describirías tu experiencia durante tu reinado?

Sin duda, ha sido la mejor experiencia de mi vida. Lo gestioné con responsabilidad, consciente de ser representante de la capital. La imagen personal importa, sin embargo, ser reina va más allá de la superficialidad.

Mi proyecto de salud mental impactó y cambió muchas vidas. Trasciende a la persona que escucha, influyendo en su círculo social y familiar. Además, gestioné proyectos a nivel nacional.

Me siento orgullosa de mi reinado, un capítulo que me hizo crecer, aprender y contribuir a la sociedad. Su impacto continúa resonando en mi vida y en las personas que he conocido y ayudado.

¿Cuáles fueron los mayores desafíos que enfrentaste como reina de la ciudad?

Representar a Quito no es un camino fácil. Aunque se abren algunas puertas, la gestión del reinado depende de cada persona. Un reto importante fue encontrar un equilibrio entre mi vida personal y mi vida como reina, sacrificando tiempo con familia y amigos por la responsabilidad del cargo. Mantener la coherencia entre el discurso y las acciones también fue un desafío. Hablar de salud mental mientras se lucha con las propias emociones puede ser complejo. Sin embargo, la satisfacción de ver a las personas más felices y llenas de gratitud compensa las dificultades.

¿Qué proyectos o causas sociales impulsaste durante tu reinado?

Mi proyecto, “Sanamente”, surgió de mi experiencia personal enfrentando síntomas de depresión y ansiedad durante varios años. Siempre he reconocido que hablar sobre esto es complicado. El acceso a información y redes de apoyo relacionadas con la salud mental es un privilegio del que no todos disponen. 

Decidí compartir mi historia para abrir un espacio de diálogo y apoyo, alzando la mano para decir que he pasado por esto, he experimentado estos síntomas y he buscado ayuda profesional. No siempre fue fácil admitirlo, pero al hacerlo, otros también se sintieron identificados y encontraron el coraje para hablar.

Inicialmente, Sanamente se enfocó en trabajar con mujeres víctimas de violencia de género, así como con madres a través de la fundación Nacuna. Sin embargo, el proyecto se expandió para llegar a un público más amplio. 

Organizamos actividades centradas en la relación entre las personas y sus mascotas, e incluso colaboramos con campañas como «Yo vivo sanamente» en octubre, donde visitamos colegios diariamente durante todo el mes.

Además, trabajamos en colaboración con Roland en una campaña de medias que expresaban emociones, lo que permitió no solo concientizar, sino también proporcionar acceso a información y apoyo.

 

¿Cómo crees que tu reinado contribuyó al desarrollo de la ciudad?

Mi objetivo no era ser solo «la reina María Esther», sino dejar una huella como persona. Quería que cada proyecto, cada campaña, cada interacción reflejara mi esencia y aportara valor a quienes me conocieron. Más allá de una corona, buscaba trascender. Que las medias de emociones no solo recuerden a la reina que las creó, sino el mensaje de salud mental que representan. Que los estudiantes que visité en los colegios continúen su camino en terapia. Que los niños con cáncer con los que jugué recuerden la alegría y la esperanza que les brindé.

Mi mayor satisfacción es saber que he impactado vidas de manera real y transparente. He logrado conectar con las personas, generar un cambio positivo y construir relaciones significativas. Es difícil enfocarse en una sola cosa cuando tu objetivo es dejar una huella tan profunda. 

¿Cuál es tu opinión sobre el papel de la mujer en la sociedad actual a partir de tu experiencia como reina?

Ser reina no cambió mi perspectiva sobre el papel de la mujer en la sociedad, sino que la reforzó. Admiro la perseverancia y valentía de las mujeres que trabajan incansablemente por sus familias. Un ejemplo lo encontré en las madres de la Fundación Nacuna. Tras una charla sobre sueños, una de ellas decidió regresar a estudiar. 

Esta experiencia me impactó y me hizo sentir imparable. Me confirmó que, a pesar de las adversidades, podemos cumplir nuestras metas. Las mujeres hemos demostrado a lo largo de la historia que somos capaces de mucho, solo si nos lo proponemos. Más allá de mi reinado, como mujer, me siento capaz y valiente. Quiero una vida llena de sueños cumplidos, aportando y ayudando a los demás. Mi experiencia como reina ha sido un viaje transformador que ha fortalecido mi fe en la capacidad de las mujeres para cambiar el mundo.

¿Cómo ha sido tu vida desde que dejaste el título de reina de Quito?

Durante un año estuve dedicada a ayudar a otros, reconozco que no siempre estuve al 100% para mí misma. Aceptar esto fue duro, pero me permitió reconectarme conmigo y preguntarme: ¿Quién es María Esther ahora? ¿Cómo quiero que me recuerden? ¿Cómo puedo seguir impactando en la vida de los demás? He construido una marca personal y un legado, pero el reto continúa, va más allá de ser reina por un año. En estos tres meses posteriores a la entrega de la corona, he experimentado una evolución personal, volviendo a conectar conmigo misma. Sé que seguiré evolucionando y creciendo. Tengo ideas y proyectos más claros, aunque también estoy abierta a equivocarme. Es natural querer mejorar, pero también es importante tomarse un tiempo para respirar.

Eso es lo que he vivido este tiempo. Me ha costado, pero he vuelto a hacer cosas que me hacen feliz, como bailar, quiero volver a mi academia. Cada vez que disfrutamos y agradecemos lo que tenemos, significa que estamos creciendo. Este es un nuevo capítulo para mí, un capítulo de reconexión, crecimiento y nuevas metas. 

¿Qué consejos darías a las nuevas generaciones que aspiran a representar a su ciudad?

Si tu sueño es ser reina de Quito y tienes miedo, lánzate con miedo. Yo también lo tuve, pero lo hice con todo mi corazón, incluso con algunos aspectos de mi vida aún inestables. A veces buscamos el momento perfecto para lanzarnos, pero ese momento no siempre existe. Mi consejo es que confíes en ti y en tu capacidad de trabajo duro. Habrá sacrificios y esfuerzos, pero créeme, vale la pena. Representar a Quito es un trabajo duro, un voluntariado 24/7. Si estás dispuesta a entregar un año de tu vida para que esta cambie, hazlo. No solo cambiarás la vida de otros, sino también la tuya.

Si tienes pasión, ganas y la capacidad de levantarte incluso cuando estás cansada, entonces este es el camino para ti. Cada reina que vive esta experiencia la lleva consigo para siempre. Recuerda: confía en ti, trabaja duro y disfruta del viaje. Ser reina de Quito es una experiencia transformadora que te marcará para siempre.

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